martes, 27 de octubre de 2015

¿Sobrecarga en la pisada? Igual a callos.



El motivo de la aparición de callosidades en nuestros pies puede ser diverso. El más frecuente es por el roce continuo  del  calzado  o del calcetín. Pero también hay otro causante muy habitual, sobre todo en los deportistas y es el derivado por  una mala mecánica de la pisada.
Los callos, que no dejan de ser un mecanismo de defensa de nuestros pies, se presentan como un endurecimiento y engrosamiento de la piel, pueden  presentar una cierta escamosidad y sequedad en la zona, y sobre todo producen una molestia muy evidente al pisar. Por suerte, no es una afección grave, pero puede condicionar la práctica e intensidad de algunos deportes.
En el caso de producirse por rozamiento la solución es bastante evidente, elegir el calzado adecuado en cuanto a talla y tipo y los calcetines del material que mejor toleren nuestros pies. La experiencia y el probar distintos tipos nos dará una idea más acertada de la marca que mejor  resultado nos ofrece.
Si el problema viene derivado por la mecánica de la pisada, aquí los factores correctivos pasan por otros determinantes.
Partimos de la base de que el apoyo y el equilibrio - desequilibrio  en la pisada va a derivar en la posible aparición de los temidos callos. Es por esto que los de pisada pronadora son proclives a sufrir  callosidades en los extremos de los pies por la parte interior y los de pisada supinadora  sufrirán por el lado exterior del pie.
La prevención se concreta con una correcta exploración y un análisis exhaustivo de la biomecánica de la pisada y dan como solución las correcciones adecuadas en forma de plantillas individualizadas que se adaptan a la rutina del corredor.
Debemos tener muy claras  las diferencias entre un callo y una dureza, el primero es pequeño y crece hacia el interior, adquiriendo la forma  típica de tachuela, mientras que una dureza es más grande, crece a lo ancho y normalmente toma un color amarillento con cierta forma de almohadilla.
Si somos de los que padecemos de estos molestos “compañeros”  una visita frecuente al podólogo hará que nos someta a un tratamiento de limado con piedra pómez, lima o raspa callos y en algunos casos a la rebaja mediante un corta callos. Otra opción es el tratamiento con soluciones químicas como el ácido salicílico en diferentes formatos, apósitos, bolígrafos etc.  pero siempre con la vigilancia de un especialista.
Hacemos especial mención a la importancia de la visita a un profesional especializado  y a huir de los tratamientos caseros que proliferan por la red. Sobre todo teniendo en cuenta que si los callos son consecuencia de una diabetes podemos tener consecuencias no deseadas y peligrosas si no se las trata correctamente.

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