jueves, 7 de enero de 2016

¿Tienes calambres con frecuencia?



Quien no ha padecido alguna vez de un espasmo que nos paraliza y retuerce de dolor por unos minutos  que nos parecen los más largos de nuestra vida. Casi todos los deportistas independientemente de la intensidad y nivel de práctica han sufrido alguna vez un calambre, esa contracción involuntaria de un músculo o de un grupo de ellos cuya afección va acompañada de dolor e inmovilidad funcional de la parte afectada.
Tenemos aproximadamente unos 505 músculos en el cuerpo y todos son susceptibles de sufrir un calambre, pero la realidad nos indica que algunos de ellos jamás lo notarán y en cambio otros se harán reiterativos y repetitivos, sobre todo los que se sitúan en las extremidades inferiores y cuando hablamos de gemelos o bícep femoral seguro que a muchos os suena muy familiar.
Los calambres en los deportistas suelen suceder luego de un sobreesfuerzo , pero también pueden aparecer como fruto de una técnica deficiente o incluso de un precalentamiento insuficiente, pero si hay un motivo predominante es el derivado de la deshidratación. La sudoración  nos vacía de sales y minerales y si durante el esfuerzo no vamos rellenando los depósitos, una de las consecuencias más habituales es que nos sobrevenga un calambre, lo cual no sólo nos paraliza de inmediato sino que produce roturas de fibras musculares,  es decir que deriva en una contractura  que pueden traernos  consecuencias más graves como persistencia del dolor en la zona, inhabilitándonos de un entrenamiento pautado o mermando nuestra capacidad de preparación futura.
Es por esto que tradicionalmente se achaca a la aparición de estos espasmos a una deficiencia de sal en los fluidos que rodean los tejidos musculares.
Si luego de un calambre notamos un cierto hormigueo en la zona hay que vigilar muy detenidamente.  La frecuencia y/o duración del  mismo podría  venir  derivado  de alguna otra patología de origen vascular o neurológica.
Pero sobre todo no confundir síntomas porque al fin y al cabo un calambre son lesiones musculares resultantes de una fatiga muscular intensa.
Para prevenir, en la medida de lo posible, lo primero es mantener una rutina adecuada a nuestras posibilidades, con los estiramientos y precalentamientos oportunos antes de cada ejercicio, complementado con una dieta equilibrada de proteínas, sales, vitaminas y agua en abundancia y hidratación constante durante el ejercicio.
Comer plátano (aporte de potasio)  para prevenir no está mal, pero no lo es todo y si alguna vez viste o te contaron que los pincharon con agujas finas tipo las de acupuntor para relajar el músculo también es una técnica, se resetea el músculo pero está sólo al alcance de profesionales en la materia.
Pueden ser susceptibles de estos dolorosos espasmos musculares (calambres)  personas con trastornos menstruales o si estamos atravesando cuadros gripales y en casos más delicados como anemia, hipotiroidismo o artritis.
Por cierto, no confundir calambres con agujetas, éstas son los dolores que nos aparecen normalmente 24 a 48 horas posteriores a  la práctica de alguna actividad sobre esforzada. La manera de aliviar ese dolor es tratar de repetir el movimiento que lo produjo pero a menor intensidad y velocidad y evidentemente sin carga, así como la aplicación de hielo (no directamente) en la zona afectada durante 10 a 15 minutos aproximadamente. Y por supuesto que no tiene nada que ver con un calambre.

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